3 dic 2015

Paraíso, hasta que llegamos

Uno de los más grandes favores que uno puede hacerle al planeta, además de firmar para que el Ártico sea un santuario, es no revelarle a nadie, pero absolutamente a nadie, las coordenadas de ese lugar maravilloso que tanto nos gusta. En cuanto se nos vaya la boca y se entere alguien, lo hemos sentenciado. Porque a estas alturas es muy evidente que una de las grandes pulsiones humanas es hacerse una casa en el paraíso. Si puede ser en medio mismo, mejor. Y si puede ser un chalé de lujo, mucho mejor, porque esa es la señal con la que los listos marcan su poderío en la tierra. Paradójicamente, uno de los ingredientes esenciales del paraíso es que no haya casas en los alrededores. Y si puede ser, que no haya tampoco luces artificiales ni asfalto, ni todas esas materias que conforman lo que hoy entendemos como civilización, que equivale a decir urbanización. Una señora en Fuerteventura se desmayó porque la metían en la cárcel. Y la metían en la cárcel porque se había negado a derribar su chalé, construido en el Parque Natural de Corralejo. Hasta aquí lo que he entendido de las noticias, que me parece muy razonable. Lo que no he leído es que lo mismo que la señora hicieron en los años ochenta dos grupos hosteleros, que construyeron dos hoteles como sendas pirámides de Egipto justo en medio del Parque, de tal manera que los alisos que traían el jable y lo iban amontonando y convirtiendo en dunas de arena encontraron taponado su trayecto. Como consecuencia, las dunas, que constituyen la esencia del Parque, se han ido empobreciendo. Y ese mismo empobrecimiento lo he encontrado este verano visitando parajes que fueron de difícil acceso hasta los años sesenta, cuando a algún avispado se le ocurrió que el faro tenía que verlo todo el mundo y barrenó la montaña para construir un túnel y trazó un camino donde había una senda y luego lo asfaltó para que se pueda subir hasta en bici. Al llegar a esta línea alguien sabrá ya a qué faro me refiero, pero no pienso revelar las coordenadas, aunque hace tiempo que dejó de ser un paraíso para convertirse en un sitio pintoresco. Igual aún podemos salvarlo de la urbanización definitiva.


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