Transcurridos cien días de la marcha de Cospedal de Castilla-La
Mancha, en Educación parece que no se ha ido. Se restituyeron unas escuelas
rurales, pocas. Hubo lío en la adjudicación de los interinos, que podía
achacarse a que los nuevos acababan de llegar. Pero ahora han pasado cien días
y no caben excusas.
La esperanza que teníamos en el cambio se está transformando en cabreo. El mejor indicio de la inacción es que sustituir una baja sigue tardando la misma eternidad que antes. Un montón de pobresores interinos esperan y un montón de alumnos pasan semanas sin clase. Y ahora nadie acusará a los docentes de ponerse malos por capricho porque enfermar les sigue costando dinero: el derecho elemental a una baja por enfermedad sigue perdido. Por no señalar que nuestros docentes de Secundaria siguen siendo los que más horas semanales de atención directa a los alumnos imparten de todas las Españas: Un total de 21, por 20 las demás. Hasta que llegó el PP el máximo era de 18, más de las que dedican los que ganan en los informes PISA. Alguien me dirá: «hombre, aunque Page dijera que iban a revocar todas las leyes de Cospedal, habrá que darle tiempo». Por supuesto. De momento ha tenido cien días para emitir alguna señal. Sustituir con más celeridad las bajas, devolver el derecho a ponerse enfermo sin perder dinero, igualar las 20 horas de atención directa de Secundaria habrían subido la moral de la tropa. En cambio lo que han hecho es bajarla. La excusa de que las arcas estaban vacías suena a «herencia recibida». Los nuevos asesores no necesitan adaptación porque el PSOE ha repuesto a los mismos que fueron cesados hace cuatro años. Encima aceleran la aplicación de la nueva ley del PP: las ininteligibles programaciones tendrán que estar en un trimestre cuando hasta Cospedal había concedido un curso. Echar la culpa de la aceleración a los inspectores, como si no fueran obedientes funcionarios, es cobarde. Que el PSOE regional deje de prometer lo que hará cuando tenga dinero, que llevamos mucho tiempo todos apañándonos con poco dinero o con nada. Déjense de palabras que la campaña electoral acabó en mayo. Queremos un gesto.
La esperanza que teníamos en el cambio se está transformando en cabreo. El mejor indicio de la inacción es que sustituir una baja sigue tardando la misma eternidad que antes. Un montón de pobresores interinos esperan y un montón de alumnos pasan semanas sin clase. Y ahora nadie acusará a los docentes de ponerse malos por capricho porque enfermar les sigue costando dinero: el derecho elemental a una baja por enfermedad sigue perdido. Por no señalar que nuestros docentes de Secundaria siguen siendo los que más horas semanales de atención directa a los alumnos imparten de todas las Españas: Un total de 21, por 20 las demás. Hasta que llegó el PP el máximo era de 18, más de las que dedican los que ganan en los informes PISA. Alguien me dirá: «hombre, aunque Page dijera que iban a revocar todas las leyes de Cospedal, habrá que darle tiempo». Por supuesto. De momento ha tenido cien días para emitir alguna señal. Sustituir con más celeridad las bajas, devolver el derecho a ponerse enfermo sin perder dinero, igualar las 20 horas de atención directa de Secundaria habrían subido la moral de la tropa. En cambio lo que han hecho es bajarla. La excusa de que las arcas estaban vacías suena a «herencia recibida». Los nuevos asesores no necesitan adaptación porque el PSOE ha repuesto a los mismos que fueron cesados hace cuatro años. Encima aceleran la aplicación de la nueva ley del PP: las ininteligibles programaciones tendrán que estar en un trimestre cuando hasta Cospedal había concedido un curso. Echar la culpa de la aceleración a los inspectores, como si no fueran obedientes funcionarios, es cobarde. Que el PSOE regional deje de prometer lo que hará cuando tenga dinero, que llevamos mucho tiempo todos apañándonos con poco dinero o con nada. Déjense de palabras que la campaña electoral acabó en mayo. Queremos un gesto.
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