El diplodocus es la educación. O más concretamente el
sistema educativo español. Desde hace unas semanas sale en las noticias. Mucho
menos que del separatismo catalán, pero aun así se está hablando de Educación
en España, lo que constituye una novedad esperanzadora. Lo ha conseguido José
Antonio Marina, filósofo toledano que le escribió una carta muy dura al nuevo
ministro de Educación instándole a que reaccionara para corregir los desmanes
de su antecesor, el aborrecido Wert. La desconcertante respuesta de Íñigo
Méndez fue encargarle a Marina que elaborara un libro blanco de la Educación en
España. Un libro blanco es una guía neutral para entender un problema. El
encargo implica reconocer que la educación española es un problema. José
Antonio Marina lleva décadas investigando la inteligencia y la educación; dirige
una universidad de padres; ha sido catedrático de instituto hasta que se
jubiló; es uno de los ensayistas más laureados de España. En resumen, es uno de
nuestros mejores especialistas en Educación. No tengo muy claro por qué, pero
no cae simpático entre sus colegas filósofos. El ministro tampoco le ha hecho
un favor porque en España cualquier encargo que proceda directamente de un
partido te encasilla sin remedio. Encima se ha divulgado que propone evaluar a
los profesores y pagarles en función de los resultados, y tiene encalabrinado
al colectivo. Tras leer su último libro, creo más bien que defiende que hay que
evaluarlo todo para corregir lo que falla y darle alicientes al docente. Afirma
en este libro que podemos mejorar la Educación española de forma significativa en
cinco años. Lo ha llamado Despertad al
diplodocus. Propone una conspiración en la que participemos todos, desde
las escuelas al Estado, pasando por las familias, las ciudades y las empresas.
Con pequeños pasos de cada cuál en su ámbito. No menciona cómo superar la falta
de diálogo entre los partidos y cómo vencer la hegemonía de la Iglesia
Católica. Pero está claro que tomar conciencia de que hay un problema y querer
cambiarlo son dos pasos fundamentales. Lo peliagudo es cómo lo hacemos. Pero me
apunto a soplarle en la oreja al diplodocus.
Maravilloso reportaje entre sus palabras que subraya con claridad la necesidad actual de la Educación. Con este bello cinismo parabólico entre sus letras intenta tematizar lo confundido petrificado que hemos poseído de la tradición y la política en los factores educativos. Que debemos tomar con interés del cambio de una conciencia social necesaria del entendimiento de nuestra opinión decisitiva.
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