El sábado que viene a las nueve de la noche estrenamos Un café bien cargado, una obra teatral en
la que dos terroristas dilucidan una cuenta pendiente. Será en la Sala Ea
Teatro, en los antiguos cines Candilejas. Dirige el montaje Engracia Cruz y los
actores José Zafrilla y Juan Cris Perona encarnan a los sicarios de ETA que
se encuentran después de varios años y retoman un duelo que tenían pendiente.
No se trata de un duelo a tiros, como los del Oeste, sino de algo más sutil. Porque
las personas mantenemos duelos sin darnos cuenta. Competimos por un
aparcamiento, por un trabajo, por llevar la voz cantante en una tertulia, por un
ligue. Como toda la información que recibimos sobre el terrorismo está mediatizada
por las fechorías que cometen los activistas y por los macabros efectos de sus
acciones, cuando les salen bien, inconscientemente simplificamos y tendemos a
pensar que los terroristas no son personas, sino monstruos. Pero es evidente
que, además de monstruos, son personas que tienen sus inquietudes, sus miedos,
sus cabreos. Personas que se enamoran y que comen y van al baño como cualquier
hijo de vecino. De hecho, pueden ser el hijo del vecino. Lo que aparentemente
los diferencia de la normalidad es que tienen enquistada una obsesión que ellos
confunden con una idea. En definitiva, son fanáticos. El fanatismo no es un
fenómeno exclusivo del terrorismo. Todos somos fanáticos en algún campo. La
diferencia es que no matamos a nadie. Hay fanatismos benignos, como ser del
Real Madrid y cegarse defendiendo a Cristiano Ronaldo, o del Barcelona y tener
a Messi en el altar íntimo. A un fanático es imposible convencerlo porque no
está dominado por una idea sino por un sentimiento, y contra los sentimientos
no hay razonamiento que valga. De hecho la principal condición para ser un
fanático es no aceptar que uno es un fanático. El fin de semana que viene, las
urnas se llenarán de votos de personas que no conciben ni se plantean que pueda
existir una opción que no sea la de siempre. Nosotros representaremos Un café bien cargado para tratar de
entender que nada de lo humano, ni siquiera el terrorismo, nos es ajeno.
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